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Juan Carlos Girauta

Cambio de Alberto: de Rivera a Fernández

Quizá habían comprendido el exacto valor de su presencia: un despertador para el partido de Piqué. Lo siento por ellos, sobre todo por nuestro compañero Antonio Robles, que seguramente no ha podido hacer todo lo que desearía.

El artículo que publica en El Mundo (edición Matrix) mi admirada Teresa Giménez Barbat, presidenta de la Asociación Ciutadans de Catalunya, exige una respuesta, y lo lamento. Su título, Diferencias entre el PP y Ciutadans. Es extraño, pero la única diferencia que maneja procede de una fuente contaminada: frases de Montserrat Nebrera, no-militante popular, pronunciadas en un acto ajeno al PP, en un acto que irritó al PP.

En las pasadas autonómicas catalanas pedí con cierta insistencia el voto para Ciutadans. Entonces no había tanto interés en subrayar diferencias, aunque Rivera no tardaría en destacarlas: entró en estado de pánico al revelarse su militancia en Nuevas Generaciones. La sigue negando contra toda evidencia. ¿De qué se avergüenza?

Creí entonces que nuestros valores iban a ser mejor defendidos en Cataluña por Ciutadans que por el PPC. Me equivoqué. En cuestión de semanas, Daniel Sirera desplegó en el Parlament tantas iniciativas contra las imposiciones nacionalistas que los tres diputados de la nueva formación se quedaron paralizados. Quizá habían comprendido el exacto valor de su presencia: un despertador para el partido de Piqué. Lo siento por ellos, sobre todo por nuestro compañero Antonio Robles, que seguramente no ha podido hacer todo lo que desearía.

Pagué un precio. Algún hooligan pepero con carné equivocado me hizo putadas que ya está pagando porque la gente así desentona en todos sitios. Lo cierto es que, a pesar del increíble nerviosismo que despertó la posibilidad de que dos columnistas (que creían estabulados) siguiéramos favoreciendo a Ciudadanos, siempre sostuve que las autonómicas catalanas habían sido una excepción y que había que devolver nuestro modesto abrigo al único partido que puede relevar al PSOE.

Sabe doña Teresa, como saben don Arcadi Espada, don Antonio Robles y cualquiera que no se engañe, que la mitad de sus 90.000 votos eran papeletas prestadas. Defendíamos principios que estaban por encima de las siglas, ¿no es así, queridos? Pues sigamos defendiéndolos.

Vuestra lista para el Ayuntamiento de Barcelona es muy respetable, pero exige un acto de fe que no podemos permitirnos. No sabemos nada de vuestros candidatos. Sí de Alberto Fernández, de su dedicación y eficacia, de su infatigable defensa del bilingüismo, de sus posibilidades reales de provocar el primer cambio municipal de Barcelona en democracia.

Si no nos hemos estado mintiendo a conciencia, vuestra opción lógica en mayo es el PP. Rechazar esta evidencia sí pondría de manifiesto algunas diferencias entre nosotros: que no defendíais lo que parecía sino alguna otra cosa; que os conformáis con la continuidad de un tripartito agresivamente nacionalista en Barcelona; que os aquejan los mismos prejuicios progres que a ese notable vuestro que insiste en calificar de "falangistas" a los liberales que os hemos apoyado cuando tocaba. Bien, pues ahora os toca a vosotros cambiar de Alberto.

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